La insolación y el calor en
las semanas precedentes fueron infernales. Los medios de comunicación
anunciaron alarmados la falta de agua en los riachuelos y quebradas. En décadas
pasadas, estas mismas fuentes lucían aguas límpidas, abundancia de variados
peces, con pocitos profundos donde los niños y jóvenes se bañaban en algarabía,
con orillas llenas de árboles frondosos. Aquellas experiencias
vividas por quienes ahora son personas mayores, solo quedan en el lejano
recuerdo, como fantasías emergentes de poetas solitarios, que escribían
sentados en las orillas, bajo el manto denso de boscosos árboles ribereños,
observando el vuelo raudo del Martín pescador, de un picaflor que visita las
flores del yacushimbillo, de allí pasa a las anaranjadas flores del amasisa; el
poeta que escribía observando la similitud del hermoso color azulino de la
superficie de la quebrada con el cielo
despejado.
Aquellas orillas sombreadas
por las copas arbóreas, ahora lucen desiertas; y, las aguas de las quebradas
están cargadas de excretas humanas, vacías de fauna ictiológica, con las
profundidades de antes ahora expuestas al radiante sol, sin aves ni libélulas.
Es que, las aguas de las quebradas fueron expuestas de un tajo inesperado, a la
radiación solar, que aceleraba la evaporación; es que estas aguas ya no tienen
la permanente alimentación de más agua subterránea de las plantas de las
orillas.
¿Solo las quebradas y riachuelos están pasando
por estos malos momentos? No. El coloso rio Huallaga, que en décadas anteriores
se mostraba como majestuoso, con un caudal impresionante de agua, ahora, el
centro del ancho cauce muestra también sus profundidades pedregosas nunca antes
vistas. ¿Dónde están los gigantes zúngaros? ¿Dónde están los navegantes? Ya
llegan las añoranzas, quizá antes de tiempo. El presente va convirtiéndose en
pasado muy pronto. Los magnánimos proyectos hidroeléctricos en el Huallaga,
solo quedarán en buenas intenciones, porque las hidroeléctricas se hacen con
agua. Y, que no se le ocurra a otro gobernante trasnochado, pretender llevar el
agua inexistente del Huallaga a la costa, sin previamente consultar con los que
viven el valle del Huallaga.
Llegan las lluvias y el
calor se va. El desasosiego por el calor infernal al parecer será con más
frecuencia, será el visitante permanente del planeta, porque los deshielos
también son alarmantes; porque la deforestación es masiva; porque los ríos, las
quebradas y riachuelos fueron convertidos en cloacas; porque hay menos oxígeno
y más anhídrido carbónico; porque hay menos suelos donde crecen las plantas;
porque los humanos vivimos en un completo desorden; donde la prioridad de los
seres humanos es la moneda y quizá no se toma en cuenta en la agenda humana el
medio ambiente donde se vive y del cual se vive. Entonces ¿Por qué nos
alarmamos cuando nos falta el agua? ¿Por qué nos alarmamos cuando se secan las
fuentes de agua? ¿Por qué nos alarmamos cuando sentimos un calor infernal? No
tenemos porque alarmarnos, simplemente estamos cosechando lo que sembramos y
seguimos haciéndolo tercamente.