El avance de la delincuencia parece incontrolable. Solo una decisión política nacional firme frenará este avance..
Las vidas de los peruanos están en inminente inseguridad. Nadie puede decir, en el lugar donde se encuentre, que vive en completa paz, que puede desplazarse libremente en el territorio nacional. El número de delincuentes se acrecienta exponencialmente sin que existan formas de aplacar.
Se supone que las personas encargadas de ver el tema de la delincuencia, están revestidas de una conducta impecable. ¿Esta afirmación es real? Mucho se pregona que un gran número está asociado a los delincuentes, e incluso formando bandas mixtas. Este es un cuello de botella serio a desanudar. Así bajo este contexto ¿Qué garantiza la captura de todos los delincuentes? Por otro lado, se manifiesta que las personas encargadas de administrar las leyes en este Estado de derecho, no cesan de pedir dinero a los delincuentes, para bajar sus penas o para “limpiarles de culpas”. Así, ¿Qué garantiza que los delincuentes no estén haciendo “su trabajo” hasta la saciedad en nuestra sociedad? Bajo esta óptica, los peruanos estamos desamparados, a merced de los delincuentes.
Quizá el Congreso de la República sea una boya salvadora de este naufragio; empero, este poder del Estado, ha perdido credibilidad, confianza de parte la población. Entonces, ¿Quién actuará con fervor patriótico, pensando en el verdadero progreso del Perú? Hay una percepción casi generalizada de la “desperuanización” de los peruanos, quizá por la popularizada corrupción, por el avance desenfrenado de la delincuencia, por la carencia de una visión clara del Perú.
Hay quienes opinan que las Fuerzas Armadas podrían participar en este avance de la delincuencia, no necesariamente con las armas, sino, con la presencia física de efectivos en los puntos neurálgicos de las ciudades, de las carreteras. Una decisión política firme puede orientar bien las normas legales, enrumbadas a la pacificación nacional. Los peruanos no podemos seguir viviendo expuestos a estos actos delincuenciales de nuestros propios compatriotas.
Es oportuno sugerir la realización de campañas nacionales, revalorando la identidad peruana, con el respeto absoluto y aprecio significativo a la persona humana. El combate a la delincuencia no es solo la captura y cárcel; sino además, educativo y cultural. Las nuevas generaciones deben levantarse bajo la base de familias sólidas, personas respetuosas y trabajadoras, en un medio ambiente natural y saludable.